1.29.2013

RÉQUIEM


Etiquetas:

EL NIÑO



Lo dejaron en la cuna de ausencias:

abrazos no,

susurros no,

risas no.

Es helada la cuna.

Nadie mece la cuna.

Es de rejas la cuna.

No rodean la cuna.

Es la jaula la cuna.



¡Ay del pequeño de voz grave!

Lo soltaron en el pozo sin fondo

y se abismó.

Su grito no apiadó.

Ya se hundió.

Hoy cruje en sus dientes la revancha del desprecio:

el  por qué no.



Camina a oscuras, por barrancas, sin puentes.

Camina y se lastima:

para qué me parió.



El niño quiere vengarse,

el niño arranca los cables,

devora y lucha,

comienza a odiar.

No quiere callarse,

no quiere caricias,

no quiere ser hijo,

ni hombre, ni padre.

Solamente quiere correr a estrellarse.





Corre por la vía,

topa con el tren,

lo atraviesa entero y –la cabeza gacha-

corre hasta aplastarse;

no sabe volver.



Pobre bebé ahorcado,

no pudo querer,

lo aturdieron golpes,

la lluvia lo ahogó.

Un canto se apaga, se aleja, se va.

Desierto morado mora en su lugar.

Tormentas de arena,

pastosos sonidos,

la mano reseca en una cuerda sola

tañe requiem, requiem

del niño parido.



Del niño parido queda alguna luz,

no aquella de fiesta que podría haber sido,

sino una luz parda, azotada y seca,

que a veces alumbra con intermitencias,

que apenas alienta,

que en sus manos lleva,

que su amor ofrece,

rengo, manco, enano.

Amor desnutrido:

no quiso, no supo, no pudo crecer.

Etiquetas: