3.20.2017

RUINAS DE DIOS


Soñabas sueños de niño que se durmiera oliendo leche después de llorar a gritos. Eras joven y fuerte. Eras injusto. Comías flores, nadabas, cazabas y matabas ciervos. Quebrabas astillas entre tus dientes y de tus labios salían colores sangrientos. Girabas un cuerpo desnudo y le anudabas la cintura, los brazos y las piernas con un trazo de sangre.
Creciste. Tus manos poderosas se tensaban sosteniendo el hacha. Golpeabas con la urgencia, el impulso, la salvaje necesidad de golpear. Las venas de los brazos crecían desmesuradas con la exigencia. Escupías frases de pedernal, oscuras piedras, bebías y reías, avergonzando a los débiles. Todos te creían inmortal.
Fue entonces cuando la vejez te sorprendió y no supiste dar vuelta el rostro para detenerla.
Quedaste arrumbado en la selva, agrietado y roto, atrapado por las plantas rastreras. Las gotas de lluvia ahora corren por tu frente, los animales hacen cuevas a tus pies, las aves se posan en la meseta de tu cabeza y clavan sus uñas en tu sien mientras auscultan con la vista y el oído el ramaje. Olvidado, como un dios bárbaro, roca en el paisaje.
En el fondo de tu mirada hubo furia, en tu boca truenos y risa insultante. Toda tu rabia se humedece y se desmorona ahora en mis manos. Desmenuzo la tierra con el calor de mi piel, con los dedos y la planta del pie. Un aire denso de verano tira de mi camisa y me retiene en el sendero. Apoyo la cabeza en el suelo tratando de escuchar algún latido. Te espío como si sólo te hubieras recostado a dormir. Ya no se oye el correr de tu sangre, sólo los crujidos caprichosos de raíces retorcidas que no paran de crecer creando trampas, innumerables ventanas ciegas.
Aparto enredaderas, trepo, tanteo, espero y, al mover las hojas buscando tu rostro, descubro que de la roca mana agua: incolora, inodora, insípida, -cuando ya ni siquiera siento sed-.

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10.23.2013

FANTASÍA


I
Voy por la huella tersa
de la espuma:
luna tu corazón inalcanzable,
mar mi amor inagotable,
imaginando el día en que
te sumerjas a brillar en él.
Llega tu sabor imaginado
y los ojos se cierran
para recuperarte.
El recuerdo gotea imágenes robadas
y con ellas la quimera de amarte
crece,
mientras mis pies
tocando la blanca estela
buscan adivinar…
¿cómo sería el calor de tus manos?
¿cómo sería beber tu caricia?

Entonces mi cuerpo,
aterido de ausencia,
se vuelve bestia desconsolada:
imaginar no alcanza.
Sólo queda esperar
con anhelante aliento
la soñada caricia
de tu boca en mi piel.

II
Aquí estoy fatigando fantasías
para distraer este amor solitario,
asediado por pesadillas.
No puedo asomarme
al vértigo de tu ausencia,
la desolación de mis manos
que nunca sabrán
tu piel.

En las telas de mi corazón
late refugiado el rubor
de esconder
sin tregua
mi deseo de vos.
Se cubre el rostro
con esas mismas manos
heladas de lejanía
que hoy sólo sirven para llorar
las caricias muertas.

Agonizan pasiones
en mis manos absurdas.


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5.25.2013

A capella



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Canción infantil 2


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Canción infantil



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1.29.2013

RÉQUIEM


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EL NIÑO



Lo dejaron en la cuna de ausencias:

abrazos no,

susurros no,

risas no.

Es helada la cuna.

Nadie mece la cuna.

Es de rejas la cuna.

No rodean la cuna.

Es la jaula la cuna.



¡Ay del pequeño de voz grave!

Lo soltaron en el pozo sin fondo

y se abismó.

Su grito no apiadó.

Ya se hundió.

Hoy cruje en sus dientes la revancha del desprecio:

el  por qué no.



Camina a oscuras, por barrancas, sin puentes.

Camina y se lastima:

para qué me parió.



El niño quiere vengarse,

el niño arranca los cables,

devora y lucha,

comienza a odiar.

No quiere callarse,

no quiere caricias,

no quiere ser hijo,

ni hombre, ni padre.

Solamente quiere correr a estrellarse.





Corre por la vía,

topa con el tren,

lo atraviesa entero y –la cabeza gacha-

corre hasta aplastarse;

no sabe volver.



Pobre bebé ahorcado,

no pudo querer,

lo aturdieron golpes,

la lluvia lo ahogó.

Un canto se apaga, se aleja, se va.

Desierto morado mora en su lugar.

Tormentas de arena,

pastosos sonidos,

la mano reseca en una cuerda sola

tañe requiem, requiem

del niño parido.



Del niño parido queda alguna luz,

no aquella de fiesta que podría haber sido,

sino una luz parda, azotada y seca,

que a veces alumbra con intermitencias,

que apenas alienta,

que en sus manos lleva,

que su amor ofrece,

rengo, manco, enano.

Amor desnutrido:

no quiso, no supo, no pudo crecer.

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12.05.2011

GANADOR PREMIO BICENTENARIO 2011 CONCURSO DE MINICUENTOS DE ANTEL

El viejo prócer dijo: "No voy.  Nacieron de una mentira que nadie se creyó.
El Uruguay no tiene patriotas. Gracias a Dios."

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12.26.2010

OBJETOS PERDIDOS

ROCHA LA HERMOSA I

12.25.2010

ROCHA LA HERMOSA II

Por dentro

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Monte de Ombúes

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Laguna Negra

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Cerro Verde

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Punta del Diablo

Aguas Dulces

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